La franja
1.ª
parte – SOLDADO
Hablé
con el imán llorando. Acababa de matar a un hombre. El vacío que sentía en
aquel momento me estaba devorando el alma. Alá jamás me perdonaría. Me fui de
la mezquita dejando a un lado mi fusil.
2.ª parte - IMÁN
Salí
de la mezquita llorando. Acababa de morir otro de mis fieles, otro de mis
hermanos. Volví la mirada al cielo intentando encontrar respuestas y pude ver
una bomba que se dirigía hacia el hospital. Tiré el Corán al suelo y cogí un
fusil que días atrás habían abandonado en la puerta. Las guerras de los hombres
deben arreglarlas los hombres.
3.ª parte –
PERIODISTA
Grabé
cómo volaba por los aires el hospital. Aquella imagen debería bastar para que
alguien interviniera de una vez por todas en esa maldita locura. Guardé
corriendo la cámara y me levanté. Cuando alcé la mirada vi a un soldado israelí
apuntándome a la cabeza. Solté la mochila y levanté las manos sabiendo que no
serviría de nada. Tampoco le habría servido de nada a José Couso.
4.ª parte – 2.º
SOLDADO
Por
fin habíamos conseguido volar el hospital. Estaba lleno de radicales. Si los
curan cada vez que nosotros los neutralizamos, esta guerra no acabará nunca.
¡Maldita sea!, este territorio nos pertenece. Bajé la mirada del cielo y vi cómo
un periodista comenzaba a guardar su cámara. No podía permitir que la bomba del
hospital saliese a la luz pública, la gente no lo entendería. Nadie que no
estuviese aquí podría entenderlo. Me agarré la estrella de David de mi pecho al
tiempo que levantaba mi fusil hacia su cabeza. Vi cómo su mirada se cruzaba con
la mía, soltó su mochila, sus ojos imploraban clemencia. «Lo siento», pensé
mientras me decía a mí mismo que Dios estaba de mi parte.
Este relato está incluido en el libro "El mes más largo solo tiene 31 días" https://www.agulleiro.es
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