Nochebuena


Me senté en la mesa sonriendo como todos los años. Poco a poco se fueron sentando los demás, alguno con claros síntomas de llevar en el cuerpo más vino del recomendable para antes de cenar. Una sensación de tristeza invadía la mesa. Siempre me ha pasado, desde niño. Siempre con una sonrisa triste. Siempre presente y distante. No sé cuánto tiempo permanecí absorto en mis pensamientos, pero, al parecer, fue el suficiente como para provocar que mi mujer me diera un codazo. «Cariño, espabila, este año han venido todos». Miré a mi alrededor: mis padres, mis tíos, mis primos, mis hermanos…, todos mirándome sonrientes. Sin embargo, el reflejo de mi mirada estaba plasmado en la suya. Me repetí la palabra susurrando: «Todos…». Una de las cosas más duras de perder a un ser querido es cuando te das cuenta de que la palabra «todos» nunca volverá a tener el mismo significado.

Este relato está incluido en el libro "El mes más largo solo tiene 31 días" https://www.agulleiro.es


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