1939


Parte 1:
La sangre comenzó a filtrarse a través del asfalto hasta llegar a la tierra. Cada uno de sus pensamientos, cada proyecto, cada ser querido. Todo fue desapareciendo de su cabeza en cuestión de segundos y, sin embargo, dio tiempo a que unas pequeñas lágrimas resbalasen de su rostro para acabar mezclándose con la sangre. Mientras cerraba los ojos pensó en toda la gente a la que pudo decir adiós, en todos a los que no pudo pedir perdón, y especialmente, en su mujer y sus hijos. Les esperaban décadas de oscuridad. Exhaló su último aliento y el sufrimiento desapareció. El terror había terminado.

Parte 2:
Ella y sus hijos habían estado presentes en la ejecución. Pensando en todo momento que algo podría ocurrir en el último segundo. Que alguien intercedería por él. Tantos amigos, tanta gente, que siempre había dicho “estoy aquí para lo que necesites”. Muchos estaban muertos o escondidos, otros, sin embargo, habían mostrado su verdadero rostro y aplaudían la ejecución. Oyó los disparos. Al ver como caía su cuerpo, ella cayó también de rodillas mientras abrazaba fuertemente a sus pequeños. Por dentro la devoraba un sufrimiento tan grande que era imposible de explicar. El terror había comenzado.



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