Sedentario

El meteórico ascenso que ha tenido la edad en mi cuerpo es directamente proporcional al descenso que han tenido mis reflejos y mi forma física, pero… ¿qué comenzó antes?, ¿me fui haciendo mayor a medida que cumplía años o cumplía años a medida que me hacía mayor? Normalmente, casi todo el mundo diría que la edad es la culpable de todo, incluso de encontrarme ahora en esta silla que me permite continuar teniendo algún tipo de libertad en mis movimientos, aunque ciertamente no tanta como me gustaría. Sí…, la edad. La edad debe de ser la culpable de que me duelan todas las articulaciones cuando intento levantarme, pero lo cierto es que dejé de ejercitar mi cuerpo mucho antes de que el dolor comenzara, dejé de ejercitar mi mente mucho antes de que comenzaran las pérdidas de memoria, dejé de ejercitar mis ojos mucho antes de comenzar a perder la vista. Ahora, a mis ochenta años, recuerdo cómo mis padres me advertían del peligro del sedentarismo. Un peligro que nadie compara con fumar o beber y, sin embargo, termina provocando diabetes, colesterol, problemas de tensión… Es posible que el hecho de tener una vida demasiado sedentaria no termine matándome antes, pero ha provocado que no me sienta vivo durante los últimos años de mi vida, y eso es peor que haber muerto.

Este relato está incluido en el libro "El mes más largo solo tiene 31 días" https://www.agulleiro.es




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