Doble moral
Pensamientos de un joven psicópata
¿Soy mala persona por creer que debería estar muerto? No sé
cuántas veces me he hecho esa pregunta a lo largo de mi vida. Por supuesto, he
procurado no preguntárselo a nadie. Desear la muerte de otro ser humano no está
bien visto en la sociedad, al menos, de momento. Supongo que quedan muchas
generaciones todavía para que los seres humanos racionales e inteligentes comiencen
a ser mayoría. Hasta entonces, tendremos que intentar pasar desapercibidos
entre toda esta vulgaridad, porque… ¿cómo le explicas a un idiota la necesidad
de matar a otro? ¡Por supuesto que se va a escandalizar! Entre ellos se
protegen. Pero, hoy quisiera ir más allá en lo que se refiere al respeto por la
vida humana y digo lo siguiente, a menudo, los idiotas
comunes, la gente normal de la calle, cuando ve a alguien que ha cometido un
crimen atroz dice: «Conmigo tenían que dejar a ese unas
pocas horas, le iba a enseñar yo lo que era violación». También, cosas
como: «Ha matado a una niña, para esta gente tenía que haber pena de muerte».
Desde un punto de vista emotivo la cosa está genial, ojo por ojo, diente por
diente. Sin embargo, lo que nos distingue de los demás animales no es el hecho
de ser emotivos. Un perro está locamente enamorado de su dueño y lo va a
defender a capa y espada, pase lo que pase. Lo que nos distingue de los
animales es nuestra capacidad de razonar. Y ahora digo: ¿por qué no se hacen
ensayos con medicamentos en pacientes que han violado niños? ¿Por qué no practicar vivisecciones en los hombres que
han matado a sus parejas? Ahora mismo, todos los defensores de los derechos
humanos estarán pensando: «Monstruo. Animal». Nada más lejos de la realidad.
Ningún animal tendría la capacidad de razonar este tipo de cosas, pero sí de
emitir sonidos desaprobatorios o amenazantes cuando algo no le gusta. ¿Quién
mejor que un asesino con cáncer para probar nuevos fármacos? ¿Quién mejor que
dos presos pedófilos para ensayar trasplantes de uno a otro y observar las
reacciones del cuerpo cuando sufre un rechazo? Lo cierto es que este mundo está
lleno de recursos humanos desaprovechados. Podríamos comenzar grandes proyectos
si dejáramos de actuar como animales.
¿Cuál es el problema real de nuestro sistema penitenciario?
Dicen que, aunque la mayoría de los presos que han cumplido condena no son
reincidentes, siempre queda un porcentaje en el que estamos bastante por encima
de otros países europeos. ¿Por qué? Por la falta de recursos a la hora de
reinsertar a alguien en la sociedad. No se puede tratar
a un preso a patadas y hacerle sentir como si fuera basura solo porque ha
cometido errores en su vida. La mayoría de las veces estos son fruto de los
propios fallos del sistema, un sistema que se dedica a castigar en lugar de
ayudar. Un sistema que prefiere la tortura a las muestras de afecto, que
prefiere el castigo rápido antes que intentar comprender los motivos por los
que una persona ha terminado en prisión. Sobran guardianes y faltan psicólogos.
Todos y cada uno de los presos deberían tener sesiones individuales de terapia
con un psicólogo (y, en caso necesario, con un psiquiatra) para saber qué es lo
que les ha convertido en lo que son. Se necesita un equipo preparado para
comprender y analizar la mente humana, que fuera el que decidiese en el último
momento si una persona puede o no puede salir de prisión. Cuando alguien tiene
una pierna rota acude a que le pongan una escayola, cuando
tiene una catarata acude a que le operen para recuperar la visión, cuando
tiene un tumor recibe tratamiento para intentar acabar con él. A los presos se
los trata como tumores. Los extirpan de la sociedad e intentan quemarles el
cerebro con quimioterapia a base de porra. En realidad, son solo enfermos.
Enfermos que necesitan un tratamiento urgente para poder volver a vivir en
sociedad, para poder volver a besar a sus parejas, para poder abrazar de nuevo
a sus hijos. Hay cientos de miles de buenas personas encarceladas en este país.
Solo necesitan una pequeña ayuda para reconducir su vida. No castiguen a quien
está enfermo. Quiéranlo, cuídenlo, trátenlo como el gran ser humano que puede
llegar a ser. Lo que nos distingue de los animales es nuestra capacidad de
crear y crecer intelectual y emocionalmente. Podemos hacer prácticamente
cualquier cosa. ¿No vamos a poder curar a una mente enferma? Por supuesto que
sí; tenemos medios, recursos e inteligencia suficiente como para conseguirlo.
El problema radica en que a veces no queremos intentarlo a causa del odio.
Cualquier animal puede sentir odio, rabia o frustración. Pero hace falta ser un
gran ser humano para anteponerse a todo eso y trabajar con lógica y raciocinio.
Seamos más humanos y menos animales.
Comentarios
Publicar un comentario
Escribe aquí tu comentario: