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Mostrando entradas de julio, 2018

Honor

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Me puse mi mejor traje, cogí la pistola de la mesilla de noche y me encendí un cigarrillo. Desde mi habitación se podían oír perfectamente los llantos de mi madre. Salí del cuarto y miré la habitación, ya vacía, de mi hermana pequeña. Caminé despacio hasta ella y abrí la puerta. Sus hermosos ojos verdes parecían mirarme desde la foto de su mesilla de noche. Era del día de su boda. Nunca la había visto tan hermosa. Di una fuerte calada a mi cigarro y vi como, al exhalar el humo, este chocaba con el cristal de la foto formando una bonita nube a su alrededor. Una tímida lágrima comenzó a humedecerme el ojo, lancé la foto contra la pared y el fuerte estruendo provocó que mi madre sollozase mucho más fuerte, de forma que su llanto resonaba en toda la casa. Salí de la habitación con grandes zancadas, dispuesto a solucionar todo aquello de una vez por todas. Al pasar ante la habitación de mi madre pude escuchar nítidamente: «¿Qué ha hecho mi niña? ¿Qué le han hecho a mi pequeña?». Esas

Opinión y convivencia

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PARTE 1 Llegó cansado de trabajar. Comimos, le obligué a tumbarse en el sofá y le hice un masaje en los pies. Trabajaba tantas horas… Se quedó dormido en menos de diez minutos, le di un beso y me fui a recoger la cocina, luego, colgué la ropa en el tendedero y, finalmente, le di un barrido general a toda la casa. Cuando terminé acaricié lentamente su cara para despertarlo, tenía que volver a la fábrica. Me desperté con una caricia de mi mujer en la cara. Vi que, como de costumbre, había limpiado toda la casa mientras yo dormía. Sonreí y moví la cabeza a ambos lados, le había dicho mil veces que era una tontería limpiar sobre lo que ya estaba limpio. No teníamos hijos, podíamos hacer las tareas del hogar los dos juntos por la noche o el fin de semana. La besé sonriendo y negando con la cabeza de nuevo, sabiendo que daba igual lo que le dijera. Mañana por la tarde volvería a barrer toda la casa sin haber entrado ni una mota de polvo en la mayoría de las habitaciones. Eso sí,

Fuego

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Pocas veces había visto algo tan horrible. Siete días, veinte muertos…, era más de lo que cualquiera podía soportar. La gente evacuada ya podía ver cómo las llamas se acercaban a su nueva ubicación. Con el pronóstico de viento y sequía de los próximos días…, lo más sensato sería enviarlos doscientos kilómetros hacia el este. Desde el helicóptero podía ver cómo el fuerte viento lanzaba grandes chispas por el aire lo que provocaba, a su vez, nuevos focos. En la rueda de prensa me preguntaron cuánto íbamos a tardar en estabilizar las llamas. Las llamas son fáciles de estabilizar. Nadie me enseñó a estabilizar el viento. Me asomé a la barandilla del balcón jugueteando con mi mechero. Era tan hermoso… Cuando ordenaron desalojar el pueblo creí que nunca volvería a ver algo tan bonito. Las llamas parecían abrazar los árboles para luego hacerlos brillar como nunca lo harían jamás. Bailaban con el viento como si estuviesen en un precioso concierto de una sala de ópera. Inconscientemente,